martes, 19 de julio de 2011

Larva muerta (no vale la pena leer)

Cuando alguien nace, muere, gana, pierde, compra, vende, se enferma o se cura, normalmente nos avisa si somos amigos, y si el protagonista tiene cierta fama fuera de su familia, aparece en las noticias.

Anteayer ví con agrado un título chiquito que anunciaba la muerte de alguien, o de algo, porque mientras vivió nunca se supo si era un ser vivo o materia muerta.

Entonces por un lado me congratulé, que tal como con los suicidas, no se divulguen las obras de los criminales, o ni siquiera se los nombre, para no herir a una sociedad que ellos hirieron y no contagiar...

Este "individuo" (porque así nos han sabiamente enseñado a llamarlo) fue el culpable y responsable directo (y lo seguirá siendo por la eternidad) de las muertes más cruentas, de las peores vejaciones, de los secuestros más violentos, de las violaciones más inverosímiles que jamás se le han hecho a una sociedad.

Fue y seguirá siendo, la cara de la muerte en mi país, como su rostro siempre lo indicó, muerto en vida desde que condenó a una sociedad aún sana a la tortura y cárcel, al crimen y abusos.

Sus secretos se fueron con eso (no puedo llamarlo él), una larva con apariencia humana que no merecía morir como una persona, sin haber recibido el mismo castigo que profirió a la región.

Entonces, muchas cosas nunca se sabrán, pero tendremos la garantía de que aún sin festejar la muerte como lo hizo tantas veces enorgulleciéndose de ello, no volverá a molestar.

Orgulloso estoy de que no se haya acercado más que su círculo íntimo al funeral, orgulloso estoy de que se le haya dado una trascendencia menor, orgulloso estoy de que por fin, la sociedad lo ignore completamente.

Solo murió un dictador, y no es motivo de alegría ni tristeza, lamentablemente quedan más dudas que certezas, y por cierto, la muerte de un dictador no debe compararse a la de un ser humano o a la de un animal, porque para bien o mal, solo ha muerto (en la paz que no le deseo) el peor criminal que existió en la historia de mi patria.

Un delincuente de esa calaña, no merece ningún homenaje, ni de la sociedad, ni de su familia, ni de un estado, por lo tanto mis respetos a su familia, mi sociedad y mi patria por entender y asumir su condición de indeseable. Hoy estoy orgulloso de vivir aquí, compartiendo este pequeño pedazo de tierra con gente que aún en la ignorancia académica prefiere la vida a la muerte.

Solo me arrepiento de una cosa, de no habernos dado la oportunidad de cumplir como prometimos aquella vieja frase: "los vengadores de la patria".

(Por favor disculpen larvas y gusanos, utilizo esas palabras a título descriptivo, pero soy consciente de su superioridad con respecto a este ente, la célula más básica de la cadena evolutiva se basa en la creación, reprodución y protección de la vida; y el citado no cumplía los requisitos mínimos para ser considerado "ser").

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Mueren los gusanos, sí, pero lo que no mueren con ellos, ni se olvidan, son las atrocidades por las que se convirtieron en gusanos. Eso queda en algunas memorias, mientras otros se afanan en olvidar todo ese horror y no los convierten en héroes porque no pueden. De todas formas, bien muerto está.

Dieter dijo...

y listo, cada palabra al respecto del idiota es una pérdida de tiempo.