sábado, 12 de julio de 2014

Si yo fuera palestino

por  Eduardo Galeano

Desde 1948, los palestinos viven condenados a humillación perpetua. No pueden ni respirar sin permiso. Han perdido su patria, sus tierras, su agua, su libertad, su todo. Ni siquiera tienen derecho a elegir a sus gobernantes.
Cuando votan a quien no deben votar, son castigados. Gaza está siendo castigada. Se convirtió en una ratonera sin salida, desde que Hamás ganó limpiamente las elecciones en el año 2006. Algo parecido había ocurrido en 1932, cuando el Partido Comunista triunfó en las elecciones de El Salvador.
Bañados en sangre, los salvadoreños expiaron su mala conducta y desde entonces vivieron sometidos a dictaduras militares. La democracia es un lujo que no todos merecen. Son hijos de la impotencia los cohetes caseros que los militantes de Hamás, acorralados en Gaza, disparan con chambona puntería sobre las tierras que habían sido palestinas y que la ocupación israelita usurpó.
Y la desesperación, a la orilla de la locura suicida, es la madre de las bravatas que niegan el derecho a la existencia de Israel, gritos sin ninguna eficacia, mientras la muy eficaz guerra de exterminio está negando, desde hace años, el derecho a la existencia de Palestina.
Ya poca Palestina queda.
Paso a paso, Israel la está borrando del mapa.
Los colonos invaden, y tras ellos los soldados van corrigiendo la frontera.
Las balas sacralizan el despojo, en legítima defensa.
No hay guerra agresiva que no diga ser guerra defensiva.
Hitler invadió Polonia para evitar que Polonia invadiera Alemania.
Bush invadió Irak para evitar que Irak invadiera el mundo.
En cada una de sus guerras defensivas, Israel se ha tragado otro pedazo de Palestina, y los almuerzos siguen.

viernes, 7 de febrero de 2014

Mujica, Lacalle y aquella trifulca “blanca”


Las sillas volaban como pájaros enfurecidos. Gritos entre los jóvenes, insultos, mucha calentura y tensión en el ambiente. De pronto, alguien (“por suerte”, recuerdan los protagonistas hoy), apagó la luz del local donde se desarrollaba la reunión y la furia menguó. La trifulca se calmó y las aguas volvieron a su cauce. Esta no es la crónica de una pelea de adolescentes en una discoteca. Es el recuerdo que tienen Luis Alberto Lacalle y José Mujica sobre una convención de jóvenes herreristas en la que ambos participaron en el año 1958.

Lacalle tenía 17 años y era candidato a presidente de esa convención, por la lista 8. Entre los militantes de la lista 41, que encabezaba el entonces diputado Enrique Erro, estaba un muchacho de 24 años llamado José Mujica Cordano.

Hace poco más de 50 años, Mujica y Lacalle, los precandidatos que según las encuestas encabezan las preferencias en sus partidos y tienen chance de transformarse en presidente de la República, surgían políticamente del mismo sector del Partido Nacional: el Herrerismo. Y ya entonces tenían posiciones antagónicas. Lacalle era conocido por todos como ”el nieto de Herrera”, mientras que Mujica-cautivado por la personalidad y las ideas progresistas de Erro- era un joven definido como “vehemente” por su compañero Ángel María Gianola.

A finales de este marzo, en la última Expoactiva, en Soriano, Lacalle le recordó el hecho a Mujica, que asintió y se rió. Ambos candidatos saben que aquella fue la primera de una serie de discusiones políticas que esta campaña 2009 se encargará de reeditar.

Con Erro. En 1958, Mujica era un activo militante de la juventud de la lista 41, encabezada por Enrique Erro, quien salió electo diputado en esas elecciones. Según el libro de Miguel Ángel Campodónico (editorial Fin de Siglo, 2005) sobre el precandidato del MPP, la primera elección en la que Mujica votó fue la de 1954. Sufragó por a la lista 90 del Partido Socialista, liderado entonces por Emilio Frugoni. Mujica tenía 20 años y se autodefinía como “anarquista”. “Mi militancia en el Partido Nacional será a posteriori y se deberá fundamentalmente al hecho de que conoceré a Enrique Erro”, dice Mujica en ese libro. Ese encuentro se produjo en 1956, porque Lucy Cordano, madre de Mujica, tenía un comité en el Paso de la Arena de la lista 41 de Atilio Arrillaga, con quien estaba emparentada.

El día del festejo por el triunfo electoral, 30 de noviembre de 1958, Lacalle y otros jóvenes herreristas hicieron sonar la bocina del diario El Debate, el órgano de prensa herrerista ubicado frente a la plaza Matriz, hasta que de tanto darle y darle manija, la quemaron. “Esa fue una noche de locos, por la algarabía del festejo”, recordó Ángel María Gianola a El Observador. Gianola, que en 1958 tenía 34 años, integraba la lista 41 y salió electo diputado, junto a Erro y a Jorge Barbot Pou.

Tan buen desempeño tuvo la 41 que fue la lista más votada dentro del llamado Herrero-ruralismo, con 19 mil adhesiones. Luego, Herrera, al asumir el gobierno en marzo de 1959, nombraría a Erro titular del entonces llamado Ministerio de Industria y Trabajo.

Mujica trabajó en la secretaría de Erro en sus meses de ministro. Por diferencias con la política económica del titular de Hacienda (Economía), Juan Eduardo Azzini, el Partido Nacional le pidió la renuncia a Erro, pero este se negó. Entonces el partido lo expulsó. El ministro que sustituyó a Erro fue el propio Ángel María Gianola.

Para las elecciones de 1962, Erro, ya fuera del Partido Nacional, hizo una alianza con el Partido Socialista denominada Unión Popular (UP). La lista fue la 4190, una unión de los dos lemas. Mujica, como otros futuros miembros del MLN-Tupamaros, integraron esa lista. Los resultados de la UP fueron decepcionantes: no llegaron al 4% del total de votos. A mediados de 1963, un grupo insurgente roba armas del Club de Tiro de Colonia Suiza. El resto es historia.

Unidos en la diferencia. En el lejano año 1958, Lacalle vivía en Carrasco y Mujica a unas cuadras de la chacra de Rincón del Cerro, donde vive actualmente.

Las diferencias estaban, pero ambos militaban dentro de las mismas filas. En el acto conmemorativo del cincuentenario de la victoria del 58, Lacalle hizo una remembranza de la historia de los blancos, como una comunidad capaz de cobijar “al cajetilla montevideano y al camundá” (el trompeta de raza negra de las ejércitos de Saravia), dijo entonces.

En varias oportunidades, Mujica ha declarado que sigue siendo “blanco”, pero no “nacionalista”. Hace poco Mujica afirmó que si Lacalle y Bordaberry ganan sus internas, las elecciones enfrentarán a Carrasco con el Cerro y La Teja.

Hoy, Lacalle y Mujica representan, según politólogos, los extremos del espectro político, aunque comparten algunas similitudes. La historia los une en aquel lejano tronco político común de donde estos dos hombres surgieron hace más de cinco décadas.

POR VALENTÍN TRUJILLO DE LA REDACCIÓN DE EL OBSERVADOR

sábado, 1 de febrero de 2014

Ley de la silla

1 de febrero de 2010 a la(s) 5:19

LEY Nº 6.102 DE 10.VII.1918



Art. 1º. Los almacenes, tiendas, boticas, fábricas, talleres y otros establecimientos y locales en que trabajen mujeres tendrán el número suficiente de sillas para que las empleadas u obreras puedan tomar asiento siempre que sus tareas lo permitan.

Art.2º. Los Inspectores de Trabajo quedan encargados de asegurar la ejecución de la presente Ley, a cuyo efecto entrarán a todos los locales indicados en el artículo anterior.

Art.3º. Los infractores de esta Ley pagarán multa de cinco a diez pesos por la primera infracción y cincuenta por las siguientes.

Art.4º. De las causas que por denuncia de los Inspectores de Trabajo se inicien a consecuencia de violaciones de la presente Ley, conocerán en juicio breve y sumario los Jueces de paz del lugar del establecimiento.

Art.5º. De la Sentencia de Primera Instancia dictada por los Jueces de Paz podrá apelarse en relación ante el Juez Letrado Correccional en la Capital y ante los Jueces Letrados Departamentales en campaña.

Art.6º. El superior recibirá la causa, fallará por expediente dentro del tercer día, no siendo necesaria la comparecencia de las partes. De esta Sentencia no habrá recurso alguno.

Art.7º. los Inspectores de Trabajo serán siempre parte en esta clase de Juicios.

Art.8º. Las multas impuestas se destinarán al Tesoro de la Asistencia Pública.

Art.9º. la presente Ley entrará en vigencia tres meses después de su promulgación.

Art.10º. Comuníquese,etc.