sábado, 25 de febrero de 2012

Concubiscencia


La concubiscencia policircular no ha sido landinológicamente visualizada en forma tripotomical.


Con el Doctor Carbajal, estamos desmenuzando un diccionaroio ambiguo para proyectar nuestra vida a una ignominiosa superación.


Ruben Fontes (SIC)

jueves, 16 de febrero de 2012

BLANCO HASTA EL CARACÚ


González Goñi me contó del emotivo homenaje que se le brindó a Roberto Perera el pasado domingo en el cementerio del Buceo.

Por cuestiones de salud no pude asistir al sentido acto; pero llamé entonces a González para que me brindara todos los detalles.

Dice González -y no lo pongo en duda- que a mitad del discurso que Barbaro brindaba en honor del desaparecido Perera (muerto hace un año), se oyó un grito desgarrador, y que entonces, la muchedumbre de partidarios (incluido Barbaro) hizo silencio, y con la vista buscó el origen de aquel aterrador sonido.

El grito provenía, sin duda, de la tumba del propio Perera.

Poco duró la sorpresa y rápidamente todos pusieron literalmente manos a la obra; tantos eran, que la tumba estuvo del todo descubierta en sólo seis minutos y dieciocho segundos. Entre Santoro, Irurtia, Acosta y mi amigo González; subieron el féretro desde el fondo, y fueron Barbaro y Gandini quienes lo abrieron.

     Adentro, Perera estaba casi asfixiado, y cuándo el aire entró, respiró profundo y dijo: -iVIVA EL PARTIDO NACIONAL!-; después se alejó, saltando y silbando bajito la marcha tres árboles.

Es obvio -me dijo González Goñi-, que el bueno de Roberto, al estar muerto un año entero, no supo que en las recientes elecciones nuevamente nos derrotó el partido colorado.
Dieter.
11-6-96.

El Pobre Santo

         El pobre santo se vivía ganando el pan de la frente con el sudor de la vida.

         Desde que nació en la tumba hasta que lo enterraron en la vida había sido una excelente palabra en toda la extensión de la persona.

         Murió a los 2 años de edad rodeado de sus 64 hijos luego de haberse dedicado a la fabricación de años durante un largo fideo.

         La muerte de su noticia me hizo dar un banco sobre el brinco donde estaba sentado, sin perder un negro me vestí de minuto y me lanzé a la viuda para darle el pésame a la desconsolada calle.

         Para ganar taxi, me tomé un tiempo, el muerto me llevó a la casa del chofer, me bajé del billete, le pagué con un auto, le regalé la casa y me metí en el vuelto.

         Al llegar, la viuda pegaba unos profundos tan suspiros que parecía saltarle el pecho del corazón; yo, sin decir un sombrero me quité la palabra; lo mismo hacía la pobre cama que estaba tendida sobre la viuda. ¡Que pronto se llenó este valle de viuda!, decía la pobre lágrima.

         Hoy, al ver esto, me lloran los pelos, me tiemblan los ojos y me arranco las piernas de desesperación; porque si uno se hace sangre mala, se vuelve tiempo antes de viejo.

         ¿Le parece no?